CONX

Aquí continúo con el listado de artistas que me inspiran. Lo que me gusta de ellos es su estética y sus maneras de hacer. Esta vez, en concreto, se tratan de artistas que nos ha enseñado mi profesor de Proyectos en nuestra primera y segunda clase online: - Miho Kajioka: Fotógrafa japonesa. Su obra se caracteriza por las fotografías analógicas en blanco y negro, muy contrastadas y minimalistas.  - Masao Yamamoto: fotógrafo japonés reconocido por sus fotografías de pequeño tamaño (también en blanco y negro, contrastadas y minimalistas), que tratan de individualizar las impresiones fotográficas como objetos.

En las entradas anteriores, comenté alguno de mis bloqueos. Sin duda, es una situación desagradable y agobiante. Agobio por tener que hacer algo y que no se te  ocurra nada. Y que no se te ocurra nada por el agobio. Con la situación de la COVID-19, esta angustia ha aumentado con creces. Angustia porque estoy en el último año de carrera, angustia porque son mis últimos proyectos (y quiero que me salgan bien), angustia porque el hecho de estar en casa es la excusa perfecta para crear, angustia porque tengo la mente en blanco. Todas las personas con las que he hablado me consuelan, me dicen: pero no te preocupes, esto es una situación excepcional, no puedes exigirte nada en estos momentos, lo que te pasa es normal, relájate. Me he relajado. He leído más que nunca. He hecho un par de puzzles de mil piezas con mi familia. Pero todavía no he conseguido encajar mi mente en todo este asunto. El agobio sigue ahí, en segundo plano y me impide avanzar.

Hace unas semanas me puse a recordar lo mucho que leía cuando era más pequeña. Desde los 12 años hasta los 15 o 16, solía tener siempre un libro entre las manos. Me gustaba mucho leer novela juvenil, de fantasía. Recuerdo que me leí muchos de los libros que escribió Laura Gallego García, y que los devoraba en cuestión de días. Pasaba mucho rato de mi tiempo leyendo. Esto me hizo pensar en que hacía mucho que había perdido esa costumbre tan bonita y satisfactoria. Por ello, me fui a la biblioteca de mi casa (tenemos una pared entera del salón llena de libros, mis padres leen un montón). Y me puse a investigar algún libro que pudiera gustarme. Como llevaba tanto tiempo sin leer por gusto, no sabía qué género podría gustarme. Por ello, le pedí consejo a mi madre, que me recomendó, entre otros libros, los de la serie Wallander de Henning Mankell. Se trata de una saga de once libros que cuentan la vida de un inspector de policía sueco, Kurt Wallander.  Cada uno de estos libros d...